El amor propio de debe de sentir libre, permisivo con nuestra vulnerabilidad y cómo un aliento a exhibir con orgullo nuestra belleza individual. 

Reconozco que hoy en día existe una cierta presión por unirse a la moda del ‘amor propio’, siendo que ésta es una realidad lejana para muchas y tampoco es naturalmente humano amarnos 24/7. Nadie ama todo el tiempo, todo el día. La práctica hacia el amor propio no es lineal ni ascendente, más bien se ve como una gráfica con bajadas y subidas. No es fallar si un día no te consideras atractiva o te acecha el síndrome del impostor en tu trabajo. 

Siempre se nos ha enseñado lo que es amar a los demás: a nuestros padres, a nuestros hermanos, pareja e hijos. ¿Pero qué hay de amarnos a nosotros mismos? ¿Quién nos enseña a amarnos desde la aceptación y sin juicios? Lamentablemente no hay una materia en la escuela que nos lo enseñe y existe la creencia de que hacerlo es un “amor egoísta y ególatra”. 

El amor es un sentimiento que activa el compromiso de buscar el bienestar de las personas amadas. Por lo tanto, el amor propio es el compromiso a conocernos, aceptarnos sin condiciones, responsabilizarnos de nuestro cuidado y buscar nuestro propio bienestar integral. El autor Pierre Corneille lo resume muy bien: “ el amor propio es la fuente de todos los amores”. Por lo tanto, si tienes amor por ti, tienes amor para todos los demás. 

Acá te dejo algunas maneras de comenzar en este camino -que nunca acaba- hacía el amor propio. 

Conocerte es reconocer en principio que piensas acerca de ti. Un ejercicio que me ha servido es escribir cada día en un cuaderno un adjetivo que me describa y otro que me han dicho que soy. Me permito mirarme a través de los que están cerca de mi y cuestionar lo que realmente soy. 

Contemplate y dedica unos minutos al día para verte al espejo sin juicios de por medio. Muchas veces lo primero que pensamos al vernos es en nuestros defectos, es natural e instintivo, es nuestra constante impresión de nosotros mismos y ha sido algo que has reforzado por años y por la sociedad patriarcal en la que vivimos. Para darle un cambio a ésto, reflexiona en éstas críticas e intenta ver de dónde vienen e intenta cambiarlos por elogios. Menciona aquello que aprecias de ti, “soy amor”, “soy belleza”, “soy creatividad”, “soy armonía” …

El permitirnos merecer es fundamental, una de las creencias que impiden alcanzar el amor propio es el no merecimiento. Esto te condiciona en tu relación y trato hacia ti misma. Cuando piensas que no mereces; no te muestras tal y cómo eres, te comportas cómo los demás esperan, temes el rechazo o que se enojen contigo, no te permites recibir cumplidos ni reconocimiento; además, no expresas tus necesidades por que no te crees valiosa y digna de recibir. Para cambiarlo, puedes escribir en un post it todo lo que mereces o repetirlo frente al espejo por las mañanas o antes de dormir. Aquí te dejo algunas frases: “Merezco ser amada”, “Merezco estar en paz”, “Merezco ser feliz”. 

No te compares, aunque sé que en ocasiones es inevitable, sin embargo, cuando se vuelve una constante en tu vida, la comparación se torna en sufrimiento y frustración. La comparación frena tu camino hacia el amor propio, cuando lo hagas, intenta que sea desde una actitud de aprendizaje y no desde la competencia. Y recuerda que cuando te comparas con alguien más, pierdes de vista lo que cuenta: tu autenticidad. 

Enfócate en lo que quieres ser y visualiza cómo te gustaría ser en unos 5 años, o incluso en este año que corre, y ve tomando acciones que te acercan a esa versión que quieres de ti misma. Cuando realmente te conoces, asumes la libertad de ser y elegir a dónde quieres llegar; dejas de mirar los que otros hacen y prestas más atención en ti, en lo que quieres lograr y qué aspectos hay que fortalecer para ser tu mejor versión.

XO

Sira

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *