Sin duda es algo que incomoda porque nos desestabiliza como sociedad sobre las ideas patriarcales que tenemos arraigadas por siglos. Analizamos por qué el feminismo sigue siendo mal visto y porque sigue siendo tan necesario.

Feminista, la tan terrible palabra a mencionar y peor aún, auto-proclamarse como una. Desde los inicios de las civilizaciones, al hombre se le cataloga como el sexo fuerte y a la mujer como el débil. Estas diferencias se dieron en un inicio en torno a la capacidad y fuerza física, esto le dio al hombre el poder de tomar decisiones políticas, económicas, culturales y sociales, relegando a la mujer a los cuidados de la casa y de la familia. 

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Pauline Bercker has travelled from Leeds to join an equal pay for women demonstration in Trafalgar Square, London, 18th May 1969. (Photo by Stan Meagher/Daily Express/Hulton Archive/Getty Images)

Esta desigualdad social entre ambos sexos trajo como consecuencia en el siglo XVIII, el movimiento feminista, el cual busca equilibrar esa supuesta diferencia vista como natural y dotar de los mismos derechos y oportunidades a las mujeres. En la actualidad, el feminismo ha tomado varias posturas según los diferentes casos de explotación dentro de los diferentes continentes. De esta manera existen diversos tipos de feminismo, aquí menciono algunos: feminismo liberal, feminismo radical, feminismo negro, eco feminismo, transfeminismo, feminismo queer, entre muchos otros más. Todas estas vertientes tienen como finalidad la lucha por darle a la mujer un lugar justo, equitativo, con los mismos derechos y deberes que el hombre en este mundo que habitamos todos. 

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El tema es que aceptar que uno es feminista o que converge con los ideales del feminismo, es visto como algo negativo. Se dice que el feminismo es la Guerra de los Sexos, que incita al odio contra los hombres, se cataloga a las feministas como resentidas, solteronas quedadas, machorras, feminazis… Y la lista continúa. ¿De dónde vienen estas ideas tan erróneas? Para empezar nadie suelta sus privilegios de los que ha gozado por siglos de una manera tan sencilla. Los hombres llevan demasiado tiempo siendo el centro del universo y, es normal, que ahora que venimos a reclamar equidad de derechos y oportunidades no les sea tan fácil compartir ese sitio de poder. 

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En segundo plano, tenemos un sistema patriarcal en el cual lo femenino no gusta, de hecho hasta es considerado algo que repulsa. La menstruación es tabú y hasta se maneja como algo asqueroso, el vello corporal es antihigiénico así como antiestético, dar de lactar en lugares públicos es una provocación lo mismo que casi una cerdada, ser sensible es ser débil, todo lo afeminado es repudiado en una sociedad misógina que no solo termina por afectarnos a las mujeres pero también a los hombres. Corres como niña, los hombres no lloran, seguro estas en tus días, pareces mujer, no seas marica…

Y claro, muchos se defienden diciendo que ellos aman a las mujeres. “Por Dios, sí yo adoro a mi mamá y me encantan las mujeres”. Claro, les encantan siempre y cuando sean para su consumo. Siempre y cuando cumplan ciertas exigencias. Les gustan las mujeres calladitas, pasivas, impecables, que tengan un propósito de servicio y consumo para ellos. Además de agregar la ya conocida frase: “No todos los hombres somos iguales”. Y claro, no todos violan o matan, pero compartiendo packs, diciendo chistes machistas, no reclamando su lugar dentro de los cuidados de la casa, dejando a un lado su corresponsabilidad de la crianza, no contratan mujeres, replicando conductas como el mansplanning o el gaslighting, son quienes sostienen el sistema que lleva a violadores y feminicidas a seguir saliéndose con la suya. 

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Finalmente se nos hace creer que lo que pedimos no son cosas sensatas, que ya gozamos de todos los privilegios, se nos cuestiona querer todavía más. Se valida la lucha contra el voto pero no sobre el aborto. El sistema patriarcal ha permeado tanto que hasta nos quiere dictar y darnos el visto bueno para protestar por algo. Como si alguien más entendiera nuestras opresiones mucho mejor que nosotras mismas, una vez más el mansplaning llevándonos de la mano para saber por qué sí y porqué no luchar. Lo que no se logra entender es que en su momento, esas mujeres feministas que lucharon por el derecho al voto, también fueron vistas como brujas malignas, odiahombres, extremistas y potenciales destructoras de la moral. 

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En conclusión, ¿cuál es el problema con el feminismo? Que molesta, incomoda y pica. Lo que debemos de entender es que estas verdades que de momento nos sacuden serán las mismas que nos ubicaran en un mejor lugar a todos. Sí, a todos. Hombres incluidos. La equidad de género no solo nos beneficia a las mujeres, sino a toda la sociedad. Bien se dice que debemos liberar a la mitad de la población para que ellas liberen al resto. 

XO

Sira

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