No ha existido otra generación de niños con una infancia tan pública. Y es probable que, cuando crezcan, muchos no estén de acuerdo con ello. ¿Hasta qué punto es bueno compartir la intimidad de nuestros más aún cuando no tenemos su consentimiento?

Es normal querer presumir a nuestros hijos o sobrinos en redes sociales, se ven tan hermosos y curiosos que quieres compartirlo con los demás. Lo importante es preguntarnos, ¿hasta qué punto es suficiente esta exposición en internet? ¿Es válido exponer a alguien sin su consentimiento?

 El “sharenting” -un anglicismo que proviene de share (compartir) y parenting (paternidad)- consiste en documentar -y compartir- las primeras sonrisas, palabras, pasos… y cada una de las anécdotas de nuestros hijos en Facebook, Instagram y otras redes sociales.

El sharenting es un fenómeno a la alza y se ha convertido en una práctica tan habitual que incluso esta incluido en diccionarios desde el 2016.  Hasta ahora, no ha existido otra generación de niños con una infancia tan pública. Y es probable que, cuando crezcan, muchos no estén de acuerdo con ello. Y en lo personal, creo que tendrán razón. 

Siempre es importante preguntarse, ¿hasta qué punto es dañino el “sharenting”? Existen familias que les encanta que sus contactos de redes sociales sepan todo sobre sus hijos y se dedican a publicar cada momento y logro del niño. El razonamiento detrás es lograr que familiares y amigos se sientan parte de sus vidas aún estando a la distancia. 

Su justificación es que mientras no sean fotos demasiado privadas, no hay problema en compartirlas. Aunque varios refutan que tan solo compartir fotos de una persona sin su permiso no es lo correcto. De ahí surgen los padres que se inclinan por proteger la privacidad de sus hijos, y no por esto se sienten menos orgullosos de ellos, simplemente son más cautelosos y consideran que su trabajo es asegurarse de que los derechos de sus hijos sean reconocidos y respetados. 

Cada vez que una foto o video es publicado, se crea una huella digital del niño que lo seguirá en su vida adulta. Por eso los expertos recomiendan que es importante pedirle permiso al niño antes de publicar algo sobre de ellos y si son demasiado chiquitos, tan solo es hay que preguntarnos si le gustaría que lo publicaras o si le daría vergüenza. Si no estás segura, es mejor que no lo hagas. 

Independientemente de si esta bien o mal subir fotos de ellos, hay que tener mucho cuidado con lo que compartimos a las redes y sobre todo, con la información que se pueda sacar de nuestros posteos. Se ha confirmado que el sharenting es una puerta para los fraudes y robo de identidad por internet. Se calcula que hacia 2030 el sharenting podría costar más de US$870 millones en fraudes en línea. 

 Es muy frecuente que revelemos nombres, edades, fechas de nacimiento, direcciones, nombres de las escuelas, rutinas, rutas y hasta el nombre de las mascotas. Con toda esta información es muy fácil hackear passwords y suplantar identidades. Además,  la existencia de ciertas imágenes de los niños puede provocar que sean usadas para fines como la pornografía infantil, el ciberacoso o el ciberbullying.

Ante todo esto, ¿qué podemos hacer? Los especialistas en seguridad informática dicen que es importante comprobar los ajustes de privacidad y asegurarnos de conocer qué datos estámos haciendo públicos sobre nuestros hijos. Creo que es fundamental pensar antes de publicar y revisar regularmente las cuentas en las redes sociales para evitar que la información caiga en manos equivocadas.

Tanto Facebook como Instagram cuentan con opciones para limitar lo que ven tus contactos. También es recomendable desactivar las funciones de ubicación y geolocalización a la hora de compartir las imágenes y no dar demasiada información sobre la vida privada nuestros hijos. Otra gran opción es no mostrar su cara para proteger así su identidad. Ya sea que decidas compartir o no a tus hijos en redes sociales, es importante estar informado y saber que todo lo que se comparte en internet tiene una huella digital. 

XO

Sira

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